Del amanecer hasta la madrugada, una brigada especializada de combatientes forestales de Mar del Plata le pone el cuerpo a las llamas entre los montes y bosques del noreste de la provincia. Fuerte desgaste físico frente al calor extremo, la emocionante solidaridad de la gente afectada y la adrenalina de aventurarse "en el medio de la nada" para apagar el fuego.
Por Gonzalo Gobbi | @gonzalogobbi
Corrientes arde. Su capacidad operativa para combatir el fuego se vio totalmente sobrepasada, y entre los refuerzos solicitados de urgencia a otras provincias, una brigada de bomberos especializados en incendios forestales de Mar del Plata viajó a una de las zonas más calientes para adentrarse en los montes y bosques con la extenuante tarea de sofocar las llamas, que ya arrasaron con el 10% de la provincia.
Bomberos de distintos puntos del país batallan día y noche, cuerpo a cuerpo, el fuego en Corrientes. LA CAPITAL contactó a los cuatro combatientes forestales marplatenses que viajaron en los últimos días al noreste de la provincia para sumarse al despliegue operativo. Comparten tareas con profesionales que partieron desde Miramar y Santa Clara del Mar -otros, abocados más al norte, son de Sierra de los Padres- como así también de Santiago del Estero, Capital Federal y bomberos militares de Brasil, entre otros.
Los cuatro bomberos marplatenses especializados en incendios forestales están abocados a sofocar las llamas -junto a la Federación de Bomberos de la provincia de Corrientes- en los montes, bosques y estancias de Santo Tomé y la zona, a 64 kilómetros del punto de descanso -unas cabañas ubicadas en Virasoro-, al cual vuelven “extenuados” cada noche debido al “enorme desgaste físico”.
La jornada se extiende por no menos de 11 horas diarias. Comienza entre las 5 y las 6, cuando suenan los despertadores en estas cabañas, y puede finalizar pasadas las 21 o extenderse hasta las 3 de la madrugada.
El descanso no permite reponer del todo el agotamiento de haber caminado largos kilómetros en sectores por los que solo se puede acceder a pie, entre vegetación autóctona y calor extremo.
La solidaridad de la gente local, incluso de los más humildes, es uno de los principales alicientes para seguir adelante.
La brigada integrada por marplatenses centra sus tareas en Santo Tomé, a 64 kilómetros de Virasoro, punto de “descanso”.
Fueron convocados de urgencia. Al recibir la llamada, por órdenes del ministro de Seguridad Sergio Berni, los miembros de esta brigada de Mar del Plata se encontraban en operaciones en la zona de Tandil. Inmediatamente partieron en autobombas forestales y camionetas de la Unidad de Ataque Forestal hasta Santo Tomé, en el noreste de Corrientes, muy cerca de la frontera con Brasil, junto al río Uruguay.
“Al llegar nos encontramos con incendios de grandísimas dimensiones. El fuego se ha extendido por kilómetros y kilómetros en sectores de bosque, en plantaciones de pino y eucalipto, y de monte original, autóctono, que quedaron totalmente quemados”, indicó uno de los bomberos oriundo de Mar del Plata, con casi tres décadas de servicio y especialmente capacitado para este tipo de misiones.
Toda la zona está “extremadamente seca” y las condiciones meteorológicas “juegan muy en contra”, contó y luego precisó: “La última lluvia contundente fue el 15 de diciembre. La humedad es muy baja y la temperatura muy elevada (mínimas de 26 grados y máximas por encima de los 40), lo que hace que los incendios tengan una propagación rápida”.
La lluvia, para los incendios forestales con comportamiento extremo como los que tienen lugar en Corrientes, son “determinantes” para extinguirlos. “Si no hiciera 43 grados todos los días o hubiese llovido como tiene que llover, esto no sería así. Pero la vegetación está extremadamente seca. Se nota el estrés hídrico. La mirás y se prende fuego”, relató, extenuando, el bombero especializado. El pronóstico anticipa precipitaciones para las próximas horas. El agua es aguardada con vital ansiedad.
Para estar allí, en una de las zonas más calientes de la tragedia que sufre Corrientes y con la que colabora buena parte del país, este profesional oriundo de Mar del Plata debió dejar en la ciudad a su familia, compuesta por su esposa y sus cuatro hijos, entre ellos una bebé de apenas 3 meses.
“La familia entiende, trabajo hace 29 años en esto, pero también extraña y uno también. Preguntan, ven todo por la tele. Cuesta mucho. Y volver no es fácil. Salir del monte y volver a tu cama, tu colchón, tu vaso, es difícil. A mí me suele llevar días. Pero acá estamos, dejando todo donde tenemos que estar. Esto realmente te tiene que gustar, no es para cualquiera”, reconoció a LA CAPITAL.
Los cuatro marplatenses enviados a Corrientes suelen trabajar “en guardia” en Mar del Plata como cualquier otro bombero. Sin embargo, hace años se capacitaron, se organizaron y conformaron una brigada de Incendios Forestales.
“La preparación es muy específica. El tipo de incendio, la teoría de combustión, los procedimientos y el equipamiento son totalmente diferentes al trabajo urbano. Acá estás en el monte y si te pasa algo tenés que asistirte solo hasta que vengan a rescatarte”, contó uno de los brigadistas.
La capacitación implica supervivencia. Adentrarse en el monte “en el medio de la nada” con un racionamiento mínimo, tres litros de agua, una mochila y herramientas para “hacer línea” manualmente. Eso y la cabeza fría en medio del calor sofocante.
Hoy, muy cerca de los Esteros del Iberá, la lucha contra el fuego es un desafío diario. Lo que un día pareció apagarse, puede volver a encenderse al siguiente. La estrategia, la organización y planificación de tareas resulta fundamental.
Los marplatenses lo saben. Aprendieron de esto en otras grandes catástrofes, como los incendios en Córdoba o en Sierra de la Ventana, en los que también intervinieron. Corrientes, sin embargo, está siendo “un gran desafío” producto de la magnitud del desastre. Una décima parte de la provincia fue totalmente arrasada.
Día a día, algunos bomberos permanecen en el comando de operaciones, donde trabajan profesionales de distintos puntos del país, entre ellos algunos de los marplatenses. Allí, bien temprano, “se sobrevuela la zona y se indican los puntos activos y los que no llegaron a sofocarse la noche anterior”.
Luego “se asigna un sector” para la jornada y “se hace marcha, porque son lugares cerrados y se trabaja con equipo de zapa”, es decir, herramientas forestales.
Distribuidas las tareas, se llega hasta un punto en vehículo y, de ahí en más, el camino sigue a pie adentrándose en el monte. “Pateás muchísimos kilómetros haciendo marcha hasta el incendio, más todo lo que se trabaja en el lugar y después hay que volver. Es muy grande la exigencia física, más aún al estar expuestos a tanto calor”, relató otro de los combatientes forestales de Mar del Plata.
En simultáneo, cada brigada cuenta con un director de tiro, encargado -entre otras cosas- de indicar dónde los helicópteros deben realizan el lanzamiento de agua. “Estamos metidos en el monte, el piloto no te ve. Hacemos indicaciones radiales para apuntar dónde necesitás la descarga de agua, lo que nos permite aplacar y bajar la intención del incendio y trabajar manualmente con herramientas”, relató.
Cuerpo a cuerpo comparten tareas bomberos en esa zona con brigadistas de Virasoro, Miramar, Sierra de los Padres, de la Federación Centro Sur de la Provincia de Buenos Aires, de la División Federal de Incendios Forestales, Santiago del Estero e incluso de Brasil. No hay frontera para combatir las llamas.
En los últimos días, con los refuerzos, “se logró contener” el fuego en la estancia La Pilarica, en Santa Ana y Santa Bárbara, contó otro de los marplatenses. Rescataron a familias y animales, pero también encontraron ganado y especies autóctonas calcinadas y propiedades destruidas.
Ahora, indicó, “se trabaja en focos más alejados” próximos a la ruta 14 -que comunica con Misiones y Brasil-, con altísima circulación de camiones y vehículos particulares.
“Cuando los incendios se aproximan a la ruta vamos a cortar el tránsito con Gendarmería y la policía en forma preventiva. Se arman 15 o 20 kilómetros de fila de camiones y autos. Hemos tenido que sacar vehículos atrapados entre los focos de incendio en la ruta”, completó otro de los bomberos marplatenses afectados a la zona.
El fuego arrasó con alrededor del 10% del territorio correntino.
La brigada de bomberos marplatenses que viajó a Corrientes para combatir los incendios “tiene todo” para hacer su trabajo.
“No nos falta agua, comida ni equipamiento. La Provincia de Buenos Aires puso todo a disposición. El ministro Berni nos mandó talleres móviles, ambulancias, micros de asistencia y helicópteros”, indicó uno de los profesionales. Pese a todo, la solidaridad de la gente local alcanza a tocarles las fibras más sensibles.
“La atención de la gente es realmente impresionante. Te traen de todo. A veces aparecen personas en el medio del monte con agua con hielo, turrones, comida, de todo. El otro día nos trajeron unas viandas con guiso todas envueltas… estamos tremendamente agradecidos”, dijo.
Por donde van, los bomberos reciben el cariño de la gente. “Te tocan bocina, te saludan; a veces dejás un camión y cuando volvés los chicos te dejaron pegado un cartelito que dice ‘Gracias’ y algún dibujo, es emocionante. También en el monte nos encontramos con pobladores muy humildes, con quienes a veces terminamos compartiendo nuestra ración de comida. Se generan lazos humanos muy fuertes“, agregó.
En Virasoro, donde descansan tras largas horas de tareas en Santo Tomé, la cordialidad no cesa. “Nos recibieron con los brazos abiertos, te cuentan sobre la idiosincrasia de la zona, del monte, de los pueblos. Es muy fuerte. Y lo mismo con los bomberos de la región. Se dan vivencias en lo humano que te llenan en medio de tanto desastre”, completó, sin certezas de cuánto tiempo más deberán permanecer en la zona. Por el momento, la emergencia y el fuego llaman todos los días.